En mi graduación 1.0

En mi graduación 1.0
Viviendo la vida a tope

12 may 2015

HOY SOY ENVERA

Hola a todos de nuevo.

¡¡Cómo me gusta esta época del año!!!. El calor empieza a notarse, mi patilla de la gafa también,... Esto huele ya a #empiezalaepocacalurosamireinoporunbañitoenlapiscina 

Antes de entrar en faena en "el discurso de hoy", quería deciros, que tal y como me imaginaba, los espasmos mioclónicos, parece que no tienen origen epiléptico. Mamá ahora me deja dormir hasta que me despierto, y todo muy zen y tranquilo por las mañanas, con un millón de besos y mimos, por lo que los espasmos se han reducido muchísimo y sólo me dan de vez en cuando. El neurólogo le dijo a Mamá que podríamos empezar un tratamiento con un antibiótico bastante suave, pero Mamá dijo que íbamos a esperar a ver que tal mi "tratamiento de: Vamos a dormir lo que se necesite" y parece que va viento en popa.

Así que ponemos un tick de momento, al tema mioclónico y pasamos al siguiente tema.





Hoy me gustaría rendir mi pequeño homenaje al GRUPO ENVERA. Justo por esta época de hace 3 años empecé a acudir a Atención Temprana en las instalaciones de la C/ Trespaderne. ¡Vaya berrinches que me cogía al principio!. Siempre acostumbrado al "calor y sobreprotección" de casa, de repente me sueltas allí con una panda de grandísimas personas y profesionales, sí, sí, pero que me hacían trabajar de lo lindo. 

La historia del grupo Envera en mi familia se remonta a más tiempo que estos tres años. Mamá me cuenta, que cuando ella era pequeña, una persona muy especial llegó a la familia. La prima Virginia. Virginia era una niña con unos grandes mofletes, unas carnes de pellizco gustoso y una sonrisa eterna. Virginia, además tiene Síndrome de Down; pero no es ni muchísimo menos lo que le caracterizó en su infancia. Virginia era una niña amorosa, dulce y simpática, con lengua de trapo y testaruda, que le encantaba estar con su familia y disfrutaba a tope las celebraciones que hacíamos todos juntos.

Hace años que Virginia hizo comprender la vida de forma diferente (¿o no?) a mi familia, porque Virginia siempre ha sido y es quien todos hicimos de ella. Especialmente ella misma y sus Padres y Hermanos. Mamá recuerda que Virginia estuvo años yendo al Grupo Envera, antiguamente llamado APMIB o centro de Iberia de Barajas para hacerlo más fácil.

No sabemos la historia de Virginia en Envera. Pero podemos contar la nuestra. La de cada visita dos días por semana, que al principio daba temor y recelo. La de la batalla por ganar confianza y entusiasmo en cada jornada. La de las sonrisas de cada terapeuta dando lo mejor de lo que saben. La de las jornadas de Risoterapia de Mamá, especialmente con Marta donde siempre se habló de superación y valentía. La de cada triunfo celebrado, cada concepto aprendido, cada dibujo pintado. La de besos sonoros cada vez que se entra en la sala de Fisio o Estimulación, la de aplausos cuando se acaba la sesión. La de caras de felicidad, porque en todo este tiempo sólo he visto caras de felicidad. Puede que también de frustración que luego se transformaba en ganas de seguir intentándolo. Puede que alguna de rebeldía, por no estar de acuerdo con la forma de trabajo, que se convertía en diálogo para trabajar de forma conjunta Niño-Familia y Centro. Pero sobre todo de felicidad. De padres orgullosos de los logros de sus hijos. De niños contentos con lo conseguido ese día. De profesionales satisfechos porque aprendimos algo nuevo.

Y así se dibuja el día a día de un Centro de Atención Temprana, con más de 40 años de vida, que hilan más de miles de historias de niños con capacidades especiales, sonrisas enormes y exprimidores de experiencias. Una forma diferente de enseñar, porque ¿ para qué querer ser normal, si nacimos para romper esquemas?