Y el día llegó. El día de la graduación. El día en que acaba una etapa de mi vida y comienza otra.
Y como no puede ser de otra forma, me despido por la puerta grande, bailando, riendo, pasándomelo bien con los amigos, dando besos por doquier, abrazos a las profes... Qué bonito es sentirse parte de una tribu y compartir con ellos tus logros, y sentir que están ahí en tus días malos.
Así que aprovechando mi graduación, hoy quería decir que soy EMI y EAT.
La Escuela Municipal Infantil (EMI) Paso a Pasito, ha sido mi primer contacto con el mundo académico. Empecé bien joven, a los siete meses, y he de decir que no me gustó nada de nada. Todo era diferente a la quietud y tranquilidad de mi casa, donde lo tenía todo controlado. De repente me llevan a un sitio donde hay un montón de llorones como yo, con el gran Tótem de las -ITIS que toda buena Escuela tiene, que debe ser chupamos todos y vamos compartiendo las gastroenterITIS, las otITIS, laringITIS, etc, con normas a cumplir, y un contacto directo con el entorno social. Hay otros como yo, hay normas de juego a respetar, hay turnos, debo esperar, me deben esperar. Debo aprender a INTERACTUAR.
El segundo año me lo salté. Los papás decidieron que tenía que centrarme en mi "habilitación". Me dediqué en cuerpo y alma a mis terapias de Fisio y Estimulación, y sobre todo a ponerme fuerte y cargar el depósito de "vidas" para afrontar todo con mucha más energía.
Y como el segundo año me lo salté, decidí hacer el tercer año, dos veces.
Estos dos años han sido INCREÍBLES.
- Mi evolución ha sido INCREÍBLE. Entré en el tercer ciclo sin andar y manteniendo difícilmente el equilibrio. Me comunicaba poco, interactuaba menos. No participaba en la clase con los demás. Dos años después, soy capaz de echar carreras con los amigos, tirarme por el tobogán, montar en moto, cantar las canciones de la asamblea, reconocer quiénes son mis mejores amigos, repartir los vasos de la comida... y un larguísimo etc.
- La escuela me ha dado un entorno INCREÍBLE. María y Nuria se han involucrado conmigo de una forma maravillosa. Siempre fomentando mi autonomía. Me acuerdo todavía cuando María me trajo los cables que pidió a su padre para que pudiera practicar motricidad fina, que a mi me costaba más, y como no había medios, ella se los inventó. Ellas han hecho murales de colores para que supiera diferenciar el verde, el rojo y el azul. Han cantado conmigo y me han enseñado a bailar. Me han dejado mancharme a conciencia para que mejorara mi independencia a la hora de comer. Me han dado besos, me han dado achuchones, me han aplaudido y han celebrado conmigo cada logro. Pero no sólo han sido ellas; ha sido toda la escuela que cada día me ha abrazado y me ha llegado al corazón. Han sido todas ellas las que han visto como he crecido y se han sentido orgullosas de formar parte.
- Y no puedo hablar de la EMI sin hablar del INCREÍBLE Equipo de Atención Temprana (EAT). Mi Alberto y mi Blanca. Porque ya son míos. Forman parte de lo que soy y llegaré a ser, y un trozo de ellos los llevo en mi corazón, en mi camiseta y en mi capa de Jedi. Agradezco tanto a Alberto que sea chico y que sea Alberto!!!. Él no es es consciente de lo que necesito el XY compartido. Y no es que no sea feliz entre tanta mujer, que lo soy, pero a veces necesito compartir la emoción que uno siente cuando ve una moto y escucha el sonido de un motor, lo que es una quedada de amigotes en la mesa de pintar sin que las chicas dirijan el juego, un estar sentados sin la necesidad de hablar, solo el placer de la compañía de los guerreros, que no tenemos que decir tantas palabras y tan rápidas. Y no sólo porque sea chico, sino porque él ha sido capaz de entenderme sin necesidad que yo le hablara. De saber qué quería en cada momento y saber decirme que no. De compartir este viaje. Y con la supervisión y colaboración de Blanca, que también me ha mirado no solo con los ojos de su profesión, sino con la mirada del que confía lo lejos a lo que puedes llegar.
- Y por último que no menos importante mis INCREÍBLES compañeros de juegos. Los que son capaces de verte sin etiquetarte. Verte a través de la inocencia de la mirada de un niño es la mirada más limpia. Para ellos he sido siempre Pablo. El compi de las gafas. Ese tío simpático con el que me gusta jugar. Me han hecho partícipes de sus días, de nuestros días. Han sido momentos geniales de descubrir juntos el mundo. Un mundo a veces demasiado grande, a veces demasiado pequeño, pero un mundo lleno de aventuras que explorar. Al principio puede que no andara con ellos de la mano, al menos no a su ritmo, pero aprendí y todos me ayudaron. Empecé siendo un caracol en un mundo de saltamontes, pero los saltamontes aprendieron a pararse a esperarme. A veces incluso me ayudaron demasiado, cuando lo que quería era hacerlo yo solo. Pero también eso lo aprendieron; aprendieron a saber cuando les pedía ayuda y cuando no; cuando quería jugar y cuando quería compartir. Todos aprendimos las reglas, las normas y el respeto de la individualidad de cada uno de nosotros. Aprendimos a ser grupo y a ser persona. Aprendimos el valor que cada uno tenemos y la fuerza del conjunto. Y todo ello respaldado por los mejores profesores del mundo: LOS PAPÁS.
Y aunque me da pena haber terminado esta etapa de mi vida, también estoy contento porque comienza otra. Con los nervios alojados en la barriga, de no saber lo que me espera, de cambiar de la seguridad de lo conocido, a la aventura por explorar. Pero eso será mañana; ahora a disfrutar del presente, que para eso tiene nombre de regalo.