Sophia era una osita que vivía en el bosque con su familia. Era mediana porque ya iba a cumplir 4 años y era muy simpática y divertida.
La familia de Sophia era fantástica.
La familia de Sophia era fantástica.
Su papá se llamaba Bernardo y era un oso grandote y con mucho pelo que siempre llevaba a Sophia a sitios muy divertidos; al bosque a coger miel de las abejas, al río a cazar peces, a la montaña a jugar con la nieve… era muy divertido hacer cosas con papá.
La mamá de Sophia se llamaba Lily y era una osa cariñosa y divertida. También le gustaba mucho jugar con Sophia, pero lo que más les gustaba a las dos era inventarse historias de países lejanos con dragones que echaban fuego por la boca y valientes príncipes, que rescataban a princesas en torres muy, muy altas.
Sophia también tenía un hermano que se llamaba Ursus. Ursus era pequeño y regordete y siempre estaba sonriendo. A Sophia le encantaba jugar con Ursus, sobre todo cuando él se reía si Sophia hacia el payasete.
Sophia quería jugar todo el rato con Ursus pero su mamá le dijo:
- Ursus no puede jugar como un osito de su edad.
- ¿Por qué mamá? – Le preguntó Sophia.
- A Ursus le fallan las patitas de atrás y no puede hacer las cosas como los otros ositos. Por eso papá y mamá tienen que hacer ejercicio con él todos los días, para que sus patitas se pongan muy fuertes.
- ¿Y yo puedo hacer ejercicio con él?
- Claro cariño, tú puedes estar con él cuando nosotros hagamos sus ejercicios, pero tú no puedes cogerle mientras tanto, y nos tienes que dar un poco de espacio para que le podamos hacer los ejercicios correctamente.
- Jo, mamá pero eso es un rollo – protestó Sophia. Porque si yo no puedo estar cerca de vosotros, me aburro, y yo quiero jugar siempre contigo y con papá, como hacía antes.
- Ursus no puede jugar como un osito de su edad.
- ¿Por qué mamá? – Le preguntó Sophia.
- A Ursus le fallan las patitas de atrás y no puede hacer las cosas como los otros ositos. Por eso papá y mamá tienen que hacer ejercicio con él todos los días, para que sus patitas se pongan muy fuertes.
- ¿Y yo puedo hacer ejercicio con él?
- Claro cariño, tú puedes estar con él cuando nosotros hagamos sus ejercicios, pero tú no puedes cogerle mientras tanto, y nos tienes que dar un poco de espacio para que le podamos hacer los ejercicios correctamente.
- Jo, mamá pero eso es un rollo – protestó Sophia. Porque si yo no puedo estar cerca de vosotros, me aburro, y yo quiero jugar siempre contigo y con papá, como hacía antes.
- Lo entiendo cariño – contestó papá, que también estaba escuchando la conversación. ¿Echas de menos aquellos tiempos en los que jugábamos todo el rato en el bosque?
- Sí papá, lo echo mucho de menos – contestó Sophia. Antes íbamos todos los días, y jugábamos en el río. Ahora vamos de vez en cuando porque siempre estáis ocupados haciendo ejercicios con Ursus.
- Vaya Sophia – contestó mamá. Papá y yo no nos habíamos dado cuenta de que eso te ponía tan triste. ¡¡ Vamos a pensar qué cosas podríamos hacer para que podamos jugar más tiempo contigo pero también que tengamos tiempo para hacer cosas con el hermano!!
- ¡Tengo una idea! – dijo el papá. ¿Por qué no cada uno de nosotros pintamos un dibujo donde pongamos lo que queremos hacer todos juntos y otro dibujo donde pongamos lo que queremos hacer sólo con Sophia?
- ¡¡Eso suena fantástico, papá!! - dijo Sophia. Quiero empezar yo
-Muy bien, cariño.
Sophia cogió sus lápices de colores y empezó a pintar. Hizo tres dibujos preciosos con muchos colores. Cuando terminó fue hasta el salón donde estaban Papá, Mamá y Ursus. Papá y Mamá también habían hecho sus dibujos y Ursus jugueteaba con los colores porque todavía no sabía pintar.
- ¡¡¡¡ Primero, yo, primero yo!!!!
- Muy bien, Sophia. Vamos a ver tus dibujos:
Sophia explicó los suyos.
El primero es de toda la familia. Me gustaría ir a pasar un día todos juntos al bosque y merendar fresas y bayas. Después podríamos jugar al escondite.
El segundo es que quiero ir al río a nadar con papá.
El tercero es que quiero que mamá me cuente un cuento todas las noches.
- Muy bien Sophia. Eso está genial. – contestaron Papá y Mamá. Seguro que podemos encontrar tiempo para hacer todas esas cosas.
- ¿Y tú qué has pintado mamá? - preguntó Sophia.
- A mi me gustaría celebrar una fiesta todos juntos e invitar a los tíos y abuelos osos. Así podría venir la prima María a jugar con nosotros. Me gustaría hacer una tarta y que me ayudaran Ursus y Sophia.
- Eso suena divertidísimo – dijo Sophia.
- También me gustaría que Sophia y yo fuéramos solas a la montaña y hacer un gran muñeco de nieve.
- Ja, ja – dijo Sophia. ¡¡Perfecto!! Yo me llevaré una zanahoria y unos botones para los ojos
- Y yo me llevaré un gorro y una bufanda – dijo Mamá.
- Ahora tú, papá. ¿Qué has dibujado? – Preguntó Sophia
- Pues yo he dibujado que me gustaría que todos nos fuéramos a la playa y poder hacer castillos de arena y jugar a la pelota.
- ¡¡¡¡ Guau!!! dijo Sophia – Eso suena genial
- Y luego he dibujado que me gustaría que fuéramos Sophia y yo por la noche al bosque a ver las estrellas, y ponerles nombre e imaginarnos grandes osos viviendo en ellas.
- Qué divertido suena todo – dijo Sophia.
- Bueno Sophia – dijo mamá. Como ves, si nos organizamos bien podemos hacer cosas divertidas todos juntos y luego puedes hacer cosas sólo con papá o sólo con mamá. A lo mejor no tenemos tanto tiempo como antes, y eso da mucha rabia. Pero piensa que dentro de poco, Ursus podrá gatear y andar, y cuando menos te lo pienses correrá detrás de ti y tendrás un hermano con el que jugar a más cosas. Mientras tanto tenemos que ayudarle entre todos a que crezca y se ponga grande.
- Tienes razón mamá – dijo Sophia.
- Y ya sabes, cuando te apetezca algo, tienes que usar nuestro truco mágico. Pinta en un papel lo que quieres hacer y llénalo de muchos colores y luego nos lo das y nos lo explicas.
-Muy bien mamá – dijo Sophia, más tranquila porque papá y mamá habían comprendido sus preocupaciones.
Cuando Sophia se dio la vuelta para jugar con Ursus se dio cuenta de que él también había hecho un dibujo. Parecía un gran corazón y lo había pintado de rojo. Tenía la cara y las manos manchadas y Sophia se rió muchísimo.
Vaya Ursus, tú también quieres hacer dibujos de las cosas que quieres hacer con nosotros, ¿verdad? – ¿Esto qué significa?
Ursus no podía hablar porque era muy pequeñito, pero levantó sus pequeñas manitas para darle un gran abrazo a Sophia. Entonces Sophia lo entendió y le dijo:
– Yo también te quiero mucho Ursus.
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